Sarajevo, una mirada de futuro

Había leído mucho, había visto mucho y había oído mucho sobre Sarajevo. Desde bien joven en los 90, me había acostumbrado a oír hablar de aquella guerra que de forma muda y estúpida arrasó los Balcanes a los ojos de todos los demás sin que nadie hiciese nada para impedirlo.

Fieles escuchan al Imán en la mezquita Imperial
Hombres jugando al ajedrez Gigante en el centro de Sarajevo
Sarajevo Tram

Uno se hace una idea preconcebida de las cosas, una idea irreal condicionada de forma arbitraría por todo lo que viste o te contaron. Por las las fotos de Gervasio Sanchez o de Sandra Balsells, o los escalofriantes vídeos de Perez-Reverte.

Pero realmente las huellas de la guerra están desapareciendo de Sarajevo y de Bosnia-Herzergovina y aunque siempre estarán en determinada forma y deben estar muy presentes, la ciudad y el País pasan página como pueden. Quieren dejar atrás todo aquello.

Rosas de sarajevo (Cerca del hotel Holiday)

Me planteé mi viaje como una mirada hacía adelante mirando de reojo hacía atrás, es decir, no quise como fotógrafo buscar la Bosnia que otros habían fotografiado en tiempos difíciles y tampoco quise buscar única y exclusivamente los vestigios de lo que allí ocurrió. Necesitaba fotografiar de forma despreocupada una ciudad y sus gentes como hice en Berlín, Riga, Dubín y otros tantos sitios.

Todos los pueblos hemos pasado momentos difíciles y las cicatrices hacen el tejido de la historia. Así que por supuesto queriendo no olvidar los aspectos del pasado más reciente pero sin obsesionarme con ellos, me lancé a fotografiar Sarajevo con mis cámaras y mis carretes a la caza de lo que mi ojo simplemente captase como interesante.

Sarajevo tiene una situación particular, creciendo desde el nivel del río Miljacka por escarpadas colinas, lo que hace que desde cualquier punto uno tenga una estupenda visión del trozo de ciudad que tiene enfrente.

Alquilé un apartamento a tres calles del puente que va al teatro y en una pocos metros mi vista ya superaba la mayoría de los tejados de los edificios que había cerca del río.Por las tardes tras volver de patear la ciudad, me gustaba fumarme un cigarro viendo las luces de los edificios y las casas de las colinas. Por el día desayunaba fijándome en pequeños trozos de Sarajevo. Las colinas unen las casas con espacios donde se erigen los cementerios de los muertos de la guerra salpicando de blanco y verde las montañas.

Mujer orando en la Iglesia Ortodoxa de la Natividad de la Madre de Dios
Memorial a los soldados Bosnios caídos en la guerra
Fabrica de cerveza Sarajevska
Mujeres orando en Sarajevo
Cabina

Sarajevo es una ciudad fácil. Es fácil porque uno acaba de forma intuitiva asimilando la estructura de la ciudad desde el rio , de forma que es imposible perderse.Puedes pasear por las abarrotadas calles del centro como la calle Ferhadija con  seguridad y disfrutar de lo que siempre ha sido el sello de este sitio.La diversidad.

Los magníficos edificios del imperio Austro-Hungaro se mezclan con los del imperio Otomano y estos con los nuevos rascacielos de acero y cristal. Las iglesias funden sus torres con los minaretes de las mezquitas consiguiendo un paisaje único.Es escalofriante poder oír las campanas de iglésias católicas y ortodoxas mezclándose con la llamada a la oración del almuédano.

Artesano en Sarajevo
Obituarios

Sarajevo es muy verde y todas sus colinas están repletas de bosques que literalmente está en contacto desde el principio con la ciudad. Aunque no es lo que más gusta comentar en la oficina de turismo, mucha gente busca visitar las ruinas de los juegos olímpicos de invierno de 1984 que se consumen víctimas del olvido.

Aunque el bullicio se apodera de las calles y el turismo musulmán de países más ricos se hace notar, me pareció una ciudad muy melancólica que guarda recuerdos muy recientes y añora en cierto modo un progreso hacia occidente o lo que en su día tenían siendo una de las joyas de la ex-Yugoslávia.

Niños en la mezquita Gazi Husrev-Beg

Por supuesto vale la pena abandonar la ciudad y visitar sitios diferentes como Mostar.Todo cambia.Paisaje clima y región. En Herzegovina el paisaje se torna mediterráneo y el calor sube pareciéndose tremendamente al que tenemos en el sureste de España.

Allí todo sigue recordando a la guerra. La zona del puente reconstruida por los Españoles que envió la ONU está llena de turistas y es preciosa pero la ciudad guarda profundas diferencias entre los contendientes que allí quedaron y los signos de la guerra parecen no querer taparse en algunas zonas de forma deliberada.

Sarajevo y Bosnia Herzegovina en general es un sitio de olores,colores y muchas sensaciones.No defrauda la mezcla de su historia reciente con su mirada al futuro. Su mezcla religiosa y cultural aún sigue viva le pese a quien le pese después de la guerra. Pasear sin rumbo por la ciudad,cruzar el puente latino observando la restaurada biblioteca mientras los tranvías azules y amarillos no dejan de pasar. Subir al Bastión amarillo para ver la ciudad desde un punto alto con sus torres altas como la del parlamento.

Esta visita a Bosnia me ha dejado con la necesidad de volver a los Balcanes y en especial a este pequeño país cruce de caminos y culturas. Me encantará volver y recorrer más despacio todo el país.

Vendedor de periódicos en Sarajevo
Mujer con pañuelo
Nadador en el puente de Mostar
Mujer en un edificio del centro de Mostar. Se pueden aún ver en pleno centro los impactos de bala y mortero
Tumba de los siete Hermanos
Vendedora de fruta en el Mercado de Markale(atrás en la pared de cristal el nombre de los 111 muertos en los ataques de mortero)
Niños en el Ajedrez Gigante

Todas las fotos se realizaron con película de blanco y negro (Kodak XX5222,Ilford HP5,Ilford Delta 400 y Fujo Acros 100) y color (Fuji Superia 200 y kodak Portra 400).Cámaras Leica M3 ,Leica M7 y Plaubel makina 67.